miércoles, 17 de diciembre de 2014

¿Quién es responsable de la EMC?


En otro ensayo hablamos sobre la titánica tarea de saber quién debe pagar por la Educación Médica Continua (EMC) concluyendo que son varios los actores que intervienen en su financiamiento. 

Hoy quiero reflexionar sobre otro tema igual de complicado y es ¿Quién debe ofrecer  la EMC? Aquí los actores son también variados, cada uno de ellos con objetivos y visiones diferentes: las  Universidades, Los hospitales, las Sociedades y Colegios Médicos, la Industria Farmacéutica y las empresas e Institutos dedicados a ofrecer estos cursos son sin duda los más importantes.
Sin duda cada uno de estos actores debe jugar un papel relevante en el Desarrollo Profesional Continuo, cada uno tiene visiones diferentes que enriquecen la oferta de conocimiento y ninguno de ellos tendría por sí solo la capacidad para abastecer la demanda de EMC del país.

Vale la pena entender las grandes y pequeñas diferencias entre los objetivos y la oferta de EMC de cada una de estas instituciones para que llegado el momento elijamos la más conveniente. La Universidad busca el conocimiento como un fin en sí mismo, mientras que las empresas buscan el conocimiento aplicado y que resulte en un nuevo producto o servicio y éste genere riqueza. 

Los grupos de médicos tanto en los hospitales como en sus asociaciones profesionales buscan principalmente aquel conocimiento que les es útil para su práctica profesional diaria mientras que las empresas dedicadas es esta tarea ofrecerán los cursos que tienen un mayor número de asistentes y por ello pueden maximizar sus ganancias o al menos recuperar sus inversiones.

El gobierno tiene un papel muy importante, muchas Universidades y Hospitales son de su propiedad. Por otro lado, como máxima autoridad en materia de salud, a través del Consejo de Salubridad General, dicta las políticas de salud y las prioridades. Quizá el objetivo último de los gobernantes sea llevar a cabo todas las tareas que de manera directa o indirecta ayudan a prevenir las enfermedades, recuperar la salud o rehabilitar a los enfermos y para cada uno de estos objetivos hay a su vez objetivos educativos. Es por ello que el gobierno juega, a través de sus múltiples instituciones, reglamentaciones y políticas el papel más importante en la EMC.

Parece ocioso buscar UN solo responsable de brindar toda la EMC que los profesionales de la salud necesitamos, sabemos de antemano que ninguna institución puede abarcar todo el espectro existente, no tendría ni el presupuesto ni los conocimientos necesarios para ello. 

Casi es inevitable que cada institución tenga sus propios sesgos al momento de realizar un programa académico o de implementarlo, quizá por ello debemos enfocar nuestros esfuerzos a conocer  cuáles son esas instituciones y posteriormente entender que oferta tienen, cuáles son sus objetivos, sus ventajas y desventajas en relación a nuestros propios objetivos personales y así poder filtrar la información que recibimos. Al final del día, cada uno de nosotros somos los responsables últimos de nuestra preparación académica, no importa quien la pague ni quien la imparta.

Autor: Dr. Gustavo Hernández Verde


¿Quién debe pagar por la EMC?


Antes de pretender dar una respuesta contundente, deberíamos considerar que quizá simplemente esta respuesta no existe o al menos no es sencilla. Si reflexionamos sobre los beneficios que tenemos como sociedad al tener una comunidad de Profesionales de la Salud cada día mejor preparados y que han acortado la brecha entre lo que saben y lo que deben de saber, se antoja pensar que todos esos beneficiarios deberíamos de pagar por ese beneficio. Esto simplemente nos dejaría donde empezamos, “si los beneficiados somos todo, pues entonces lo pagamos todos” lo malo es que para esto de las responsabilidades “todos” y “ninguno” pasan a ser, por arte de magia, de antónimos a sinónimos.

“El médico es el directamente beneficiado” dirán algunos, así que es él el que debe de pagar. “Son las empresas farmacéuticas las más beneficiadas” dirán otros, “Es el gobierno”, “Son las sociedades médicas”, “son los pacientes” y así seguiríamos sin llegar a un acuerdo. Sin duda todos tienen razón, cada uno debe aportar su parte. El médico debe dar dos grandes recursos, uno de ellos irrecuperable: su tiempo; y además su dinero. 

La Industria Farmacéutica, al menos aquella que en su misión y sus valores (que orgullosamente exhibe en sus portales web y en los muros de sus recibidores) dice que “apoyará la Educación Médica Continua”, los gobiernos (en todos sus niveles) favoreciendo fiscal y presupuestalmente a la EMC, y finalmente los pacientes, pagando a los médicos una justa retribución por sus servicios profesionales, entendiendo que una parte de ese pago regresará en forma de un médico más actualizado y más capacitado.

A pesar de la complejidad del tema, al menos conceptualmente parece fácil entender que todos debemos pagar por la EMC y que cada uno pone una parte. En el mundo real ha sido más difícil. Tradicionalmente los médicos nos malacostumbramos a que son “otros” lo que deben de pagar para que asistamos a un congreso o casi cualquier evento académico, esos otros pagadores solían ser la Industria Farmacéutica que pagaba el boleto de avión, la inscripción, los viáticos y en general lo necesario para que el médico pudiera escuchar de primera mano los avances nacionales e internacionales en su campo de desempeño profesional. 

Las empresas por su parte no estaban muy molestas por hacerlo, tenían un acercamiento muy profesional con los médicos y éstos en igualdad de circunstancias podrían favorecer sus productos llegado el momento. Si todos estaban tan a gusto ¿Por qué cambiar? ¿Por qué hacerlos tan complicado? Pues porque la sociedad vio en esto una compra de favores, una competencia para favorecer a la marca con más presupuesto, no necesariamente con mejores argumentos. Con razón o no ¡Estamos cambiando! Médicos y patrocinadores buscamos las mejores formas de mantener nuestros objetivos tanto personales como de empresa de una manera ética y transparente, de frente a la sociedad de la cual también somos parte.

Se ha propuesto que se una institución libre de conflicto de interés y de sesgos comerciales quien recaude los fondos de los pagadores y a través de un consejo consultivo externo utilice los recursos para que sean los médicos más apropiados los que asistan a los eventos académicos y a su vez, al regresar de estos eventos difundan sus conocimientos. Seguro el tiempo nos dirá cuál es la mejor solución.


En conclusión, por lo menos para el que escribe este ensayo, somos muchos los responsables de hacer realidad la EMC, por lo cual es necesario que TODOS asumamos esa responsabilidad y aportemos nuestro granito de arena.

Autor: Dr. Gustavo Hernández Verde.

¿A quién le beneficia la EMC?


A simple vista la respuesta parece muy obvia, a los médicos ¡Claro! Somos nosotros los directamente beneficiados de acortar la brecha entre lo que sabemos y lo que debemos de saber, de minimizar la posibilidad de pasar por alto un nuevo descubrimiento en cómo prevenir, diagnosticar, tratar o rehabilitar a un enfermo. Pero en un sentido más amplio el beneficio es mucho mayor pues los aproximadamente 200,000 médicos que ejercemos en el país tratamos directamente o influimos en el sistema de salud que afecta a los más de 100 millones de personas que vivimos en México.

El efecto multiplicador de la educación no es un secreto, en cualquier disciplina de la humanidad la educación tiene el mismo efecto. Si esto es así ¿Por qué no invertimos más en ello? Sin duda la respuesta no es sencilla, quizá hay otras prioridades (no me imagino cuáles puedan ser), quizá es cultural (espero que no), pero cualquiera que sea la sinrazón debemos cambiarla.

La educación médica lejos de terminar en las etapas puramente formativas, continúa toda la vida, en diferente magnitud y en diferente forma, pero no termina. Intentar estar al día en el campo específico en el que nos desenvolvemos es la meta a alcanzar. Lo hacemos en la práctica diaria, en las sesiones institucionales, en las revistas médicas, los cursos formales, tanto presenciales como virtuales y en muy variadas formas.

¿Por qué parece que ya no invertimos en EMC? En unos casos porque es cierto y en otros porque simplemente quienes solían invertir más en ello ahora lo hacen de una manera diferente y se nota. Tradicionalmente la Industria Farmacéutica ha invertido millones de dólares en patrocinar pláticas y cursos que los profesionales de la salud apreciamos por su alto contenido científico. Lo hacía patrocinando directamente a cada médico para asistir a determinado evento, pero esto ha cambiado, la sociedad ha visto esto como una especie de corrupción o compra de favores a cabio de esa EMC. Para evitar este juicio de la sociedad muchos laboratorios buscan que un tercero sin conflicto de interés organice o administre los recursos destinados a la EMC y éstos lleguen al médico libres de sesgos.


En esta etapa de transición, mientras nos adaptamos a esta nueva forma de convivencia  será muy importante que las instituciones dedicadas a la EMC entendamos las nuevas regulaciones, los código de ética como el de CETIFARMA y IFPMA, la legislación tanto local como de algunos países respecto a la transparencia y las medidas anticorrupción, ofreciendo así tanto a los patrocinadores como a los profesionales de la salud las mejores alternativas académicas en una forma ética, científica y de utilidad; finalmente ¡es por el bien de todos!

Autor: Dr. Gustavo Hernández Verde.

Regulación de la EMC en México


Cada día se publican más artículos médicos de lo que una persona puede leer quizá en uno o más años. Aún por tipo de especialidad o subespecialidad, cada día se publica mucho más de lo que uno puede leer, es decir, el conocimiento científico avanza mucho más rápido de lo que podemos seguirle el paso. 

Personalmente no creo que nadie pretenda estar “al día” en todo lo que se conoce de una enfermedad o cualquier área del conocimiento humano, a lo que aspiramos algunos como médicos, es simplemente a que nuestro rezago no sea de tal magnitud que la obsolescencia de nuestro conocimiento ponga en riesgo la vida o la calidad de vida de una persona. Quienes han optado por la especialización y aún la subespecialización saben cada día más de un campo más limitado, mientras que los generalistas si bien tienen un campo más amplio, es a expensas de la profundidad en el conocimiento.

Especialista o Generalista, todos los médicos requerimos estar en una constante actualización de nuestros conocimientos, incluso debemos de certificar esa actualización ante los grupos colegiados reconocidos para ello. Logramos esa actualización (también llamada Educación Médica Continua o EMC) de múltiples maneras, todas ellas casi igual de importantes y ninguna de ellas suficiente por sí misma, los ejemplos más comunes para estar al día son: la propia práctica profesional, sobre todo en un ambiente hospitalario académico, las revistas médicas, los congresos, los cursos, etc. Todos los médicos aprendimos así la medicina, con todas esas herramientas y es por ello que a lo largo de nuestra práctica profesional debemos conservarlas.

Cada uno de los grupos colegiados que certifican a los médicos propone y utiliza sus propios criterios y mecanismos de medición para otorgar dicha certificación, a través de créditos que se obtienen por diversas actividades, con un examen de conocimientos y habilidades o, como es lo más habitual, con la combinación de varios.

No existe un estándar para valorar la Educación Médica Continua, el gobierno ha avanzado dando a través de la Secretaría de Educación Pública el reconocimiento de idoneidad para que los grupos colegiados puedan certificar a sus pares, pero no existe un estándar o al menos un acuerdo en cómo cada uno de ellos debe trabajar o qué requisitos debe cumplir un proveedor de servicios de EMC.

Las empresas que ofrecen servicios de EMC tampoco están reguladas y no todas tienen el conocimiento, experiencia o simplemente la convicción de seguir los códigos deontológicos aplicables a la interacción entre un Profesional de la Salud y una empresa productora de insumos para la salud. Hoy por hoy  muchos reconocen como una ventaja competitiva que las empresas que se adhieren voluntariamente a dichos código de autorregulación a diferencia de otras que sólo ofrecen servicios logísticos quizá sin la experiencia ni preparación académica.


Autor: Dr. Gustavo Hernández Verde.

Compliance y EMC ¿Amenaza u oportunidad?

Compliance y EMC ¿Amenaza u oportunidad?


Cada día escuchamos con mayor frecuencia el término importado del Inglés Compliance, el diccionario Cambridge Online[1]  lo define como “el acto de obedecer una orden, regla o petición”. En el ámbito empresarial entendemos que se refiere al cumplimiento que un individuo o una organización tienen de los diversos ordenamientos tanto legales como de autorregulación.

Todas las empresas, ya sean globales o con operaciones solamente locales, están sujetas a cumplir obligatoriamente con los ordenamientos legales, adicionalmente muchas de ellas se han suscrito voluntariamente a cumplir con acuerdos como el Código de Ética y Transparencia de la Industria Farmacéutica, elaborado y vigilado por la CETIFARMA, y otras tantas más también de manera voluntaria en nuestro país (pero obligatoria en sus corporativos) siguen otras normatividades  como la Sunshine Act y la Foreign Corrupt Practices Act (Ambas de EEUU) el código de ética de IFPMA (de observancia internacional) o la UK Bribery Act del Reino Unido por citar algunos ejemplos.

Todas estas leyes y códigos deontológicos tienen como objetivos primordiales proteger a los pacientes, evitar la corrupción, abonar en la transparencia y evitar una vinculación inapropiada entre la Industria y los médicos y tomadores de decisiones. Estos ordenamientos han evolucionado y se han hecho más complejos y restrictivos de una forma casi exponencial en los últimos 10 años. Ejemplos hay muchos de actividades que legal y socialmente eran consideradas como apropiadas y hoy no lo son, y otras claramente inapropiadas para cualquier época, pero no sancionadas y que por lo tanto eran realizadas con cierta frecuencia.

Este ambiente altamente regulado ha sido visto en muchas ocasiones como una amenaza para la comercialización de los productos farmacéuticos, sobre todo para aquellas empresas que voluntariamente han optado por el camino de la estricta regulación más allá de la legal o la obligatoria, pero en realidad el compliance es una gran oportunidad para mostrarle a la sociedad que médicos e Industria hemos aprendido de nuestros actos y podemos interactuar con ética y transparencia siempre en favor del paciente.

“Cuando se cierra una puerta, una ventana se abre.”
Refrán popular

Una consecuencia afortunada del Compliance es que buena parte de los presupuestos antes destinados a la promoción de los medicamentos, hoy se empiezan a destinar a actividades netamente académicas, casi sin intervención de los patrocinadores, organizadas por terceros sin conflicto de interés como empresas especializadas o sociedades médicas. Las ventajas son varias, por un lado este tipo de empresas suelen ser altamente especializadas y su capacidad de convocatoria o experiencia logística son altas, por otro lado, los médicos suelen valorarlas más que aquellas organizadas directamente por la Industria Farmacéutica e incluso habitualmente obtienen puntuación para su recertificación profesional.




[1] http://dictionary.cambridge.org/dictionary/british/compliance