¿Quién debe pagar por la EMC?
Antes de pretender dar una respuesta contundente, deberíamos
considerar que quizá simplemente esta respuesta no existe o al menos no es
sencilla. Si reflexionamos sobre los beneficios que tenemos como sociedad al
tener una comunidad de Profesionales de la Salud cada día mejor preparados y
que han acortado la brecha entre lo que saben y lo que deben de saber, se antoja
pensar que todos esos beneficiarios deberíamos de pagar por ese beneficio. Esto
simplemente nos dejaría donde empezamos, “si los beneficiados somos todo, pues
entonces lo pagamos todos” lo malo es que para esto de las responsabilidades
“todos” y “ninguno” pasan a ser, por arte de magia, de antónimos a sinónimos.
“El médico es el directamente beneficiado” dirán algunos,
así que es él el que debe de pagar. “Son las empresas farmacéuticas las más
beneficiadas” dirán otros, “Es el gobierno”, “Son las sociedades médicas”, “son
los pacientes” y así seguiríamos sin llegar a un acuerdo. Sin duda todos tienen
razón, cada uno debe aportar su parte. El médico debe dar dos grandes recursos,
uno de ellos irrecuperable: su tiempo; y además su dinero.
La Industria Farmacéutica,
al menos aquella que en su misión y sus valores (que orgullosamente exhibe en
sus portales web y en los muros de sus recibidores) dice que “apoyará la
Educación Médica Continua”, los gobiernos (en todos sus niveles) favoreciendo
fiscal y presupuestalmente a la EMC, y finalmente los pacientes, pagando a los
médicos una justa retribución por sus servicios profesionales, entendiendo que
una parte de ese pago regresará en forma de un médico más actualizado y más
capacitado.
A pesar de la complejidad del tema, al menos conceptualmente
parece fácil entender que todos debemos pagar por la EMC y que cada uno pone
una parte. En el mundo real ha sido más difícil. Tradicionalmente los médicos
nos malacostumbramos a que son “otros” lo que deben de pagar para que asistamos
a un congreso o casi cualquier evento académico, esos otros pagadores solían
ser la Industria Farmacéutica que pagaba el boleto de avión, la inscripción,
los viáticos y en general lo necesario para que el médico pudiera escuchar de
primera mano los avances nacionales e internacionales en su campo de desempeño
profesional.
Las empresas por su parte no estaban muy molestas por hacerlo,
tenían un acercamiento muy profesional con los médicos y éstos en igualdad de
circunstancias podrían favorecer sus productos llegado el momento. Si todos
estaban tan a gusto ¿Por qué cambiar? ¿Por qué hacerlos tan complicado? Pues
porque la sociedad vio en esto una compra de favores, una competencia para
favorecer a la marca con más presupuesto, no necesariamente con mejores
argumentos. Con razón o no ¡Estamos cambiando! Médicos y patrocinadores
buscamos las mejores formas de mantener nuestros objetivos tanto personales
como de empresa de una manera ética y transparente, de frente a la sociedad de
la cual también somos parte.
Se ha propuesto que se una institución libre de conflicto de
interés y de sesgos comerciales quien recaude los fondos de los pagadores y a
través de un consejo consultivo externo utilice los recursos para que sean los
médicos más apropiados los que asistan a los eventos académicos y a su vez, al regresar
de estos eventos difundan sus conocimientos. Seguro el tiempo nos dirá cuál es
la mejor solución.
En conclusión, por
lo menos para el que escribe este ensayo, somos muchos los responsables de
hacer realidad la EMC, por lo cual es necesario que TODOS asumamos esa
responsabilidad y aportemos nuestro granito de arena.
Autor: Dr. Gustavo Hernández Verde.
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